A medida que la tecnología avanza, la hiperconexión hace lo propio, quizás el mejor ejemplo sea el móvil desde el que podrías estar leyendo esto ahora mismo; un smartphone con aplicaciones de mensajerías, direccionamiento de cuentas de correos electrónicos, navegadores y redes sociales múltiples. La verdad la tenemos al alcance de nuestras manos y, aún en pleno 2022, seguimos planteando la desconexión digital como un reto que surge del teletrabajo.

Es evidente que el trabajo desde casa se vio forzado durante mucho tiempo, en un mundo que aún no estaba preparado para asumirlo como obligación y ante la imposibilidad de realizarlo de algunos trabajos, dada su naturaleza presencial. Sin duda, un contexto hostil para todo aquel que debía aprender a desempeñar sus funciones laborales dependiendo de una conexión a internet.

¿El resultado? La relación inmediata del teletrabajo con horarios más largos de dedicación. Se le atribuye el borrado de los límites temporales al mal desempeño de la modalidad a remoto y se cataloga como barrera para la conciliación entre la vida laboral y personal.

En este escenario se presenta la necesidad de desconexión digital como una de las tendencias que ha cobrado mayor fuerza en 2022, luego de haberse llevado a cabo numerosos estudios al respecto, como el de El Observatorio de Liderazgo en la Empresa de la UPF Barcelona School of Management, para analizar la desconexión digital en las empresas de Catalunya, cuya conclusión más contundente es que casi el 95% de los trabajadores atiende y responde a comunicaciones profesionales fuera de sus horarios de trabajo.

La conectividad digital es perjudicial para la salud

Está claro que la conectividad digital es perjudicial para la salud física y mental, debido a factores con el suficiente peso como para reflexionar acerca de ella:

  • Afecta el bienestar emocional.
  • Puede provocar ansiedad o depresión.
  • Trastornos musculoesqueléticos.
  • Visión borrosa.

Pero, ¿es correcto atribuirle toda la responsabilidad de la conectividad digital al teletrabajo o pudiésemos reconocer que también puede deberse a una combinación de la naturaleza laboral con el estilo de vida personal, los usos y los hábitos?

Según resultados del mismo estudio ‘Desconexión digital, un derecho laboral imprescindible para la salud’, elaborado por el Observatorio de Liderazgo en la empresa de la UPF Barcelona School of Management, 76,8% de los sondeados admite que lo primero que hace al levantarse y lo último antes de irse a dormir es mirar el móvil.

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La realidad sobre la desconexión digital va más allá de la vida laboral

¿Necesitamos desconexión digital en el trabajo o en nuestras propias vidas?

Que las ¾ partes de los individuos del estudio reconozcan que mirar su móvil es lo primero que hacen al despertar y lo último antes de dormir cada día, debería encender en todos las alarmas de la dependencia digital.

Más allá de las regulaciones y del derecho laboral a la desconexión digital, debemos reflexionar ya no solo en torno a él, sino acerca de nuestros hábitos de vida. Hablamos de un problema laboral que no debemos sacar de contexto, se trata más bien de reconocer que su verdadero origen es un problema social: la adicción a la tecnología.

Según el Informe sobre Desconexión Digital realizado por InfoJobs en junio de este año, ¨sentir la obligación de responder llamadas telefónicas, mensajes o correos electrónicos fuera del horario laboral sigue siendo el motivo principal de no desconexión para los españoles, pues casi la mitad de los trabajadores –un 47%– alegan esta causa como justificante de no desconexión¨.

¿Crees que este sentido de obligación disminuiría si no existiera la necesidad generalizada de revisión constante del móvil y sus múltiples aplicaciones que nos mantienen ¨conectados con el mundo¨?

La no desconexión tiene que ver con labores ejecutadas fuera del horario laboral, en la mayoría de los casos con el móvil, sin importar la postura ni el contexto. ¿Resulta complicado regular este tipo de acciones, cierto? El cambio empieza por nosotros mismos, ¿qué tal si empezamos por depender menos de esa extensión de nuestras manos llamada móvil y de las pantallas en general, para conectar más con nosotros mismos?

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